Tuesday, October 15, 2013

PSICOLOGÍA DE LOS HABITANTES EN CASAS DE VECINDAD

PSICOLOGÍA DE LOS HABITANTES EN CASAS DE VECINDAD

Por Manuel Zevallos Vera

Antes de hablar de las casas de vecindad, nos remitimos, muy brevemente, al origen histórico de la vivienda del hombre desde que éste aparece sobre la faz de la tierra.

Se define como vivienda “el sitio que el hombre adopta para que le sirva de albergue bajo techo, junto con su alimento y vestido, para que lo preserve del frío o calor y en general de las inclemencias del tiempo”. Las variaciones del clima y las amenazas de los animales salvajes fueron las dos causas que decidieron al hombre prehistórico a construir sus primeras viviendas, desde las cavernas de los trogloditas hasta las chozas en tiempos más avanzados levantadas con adobe de tierra apisonada, troncos de árboles, caña de bambú o materiales propios de zonas montañosas, costeñas o boscosas, hasta las palaciegas casas, los chalets lujosos y los rascacielos contemporáneos. En este sentido la arquitectura, la ingeniería, la tecnología y los servicios habitacionales, sanitarios, mobiliarios y domésticos han alcanzado y aún siguen en desarrollo sin límite, extraordinario y maravilloso.

Simultáneamente con las llamadas casas de vecindad en Arequipa existieron los tambos que eran habitaciones o corredores de paredes de sillar y techados con calamina, con cómodas tarifas que servían de alojamiento común de pasajeros y diversos comerciantes que llegaban en plan de negocio por unos días.
Las casas de vecindad, que aún existen en la ciudad capital y en todos los departamentos del Perú, son casonas o edificios divididos en cuartos o departamentos reducidos que se alquilan a personas o familias distintas, con patios y servicios comunes y que habitan gentes modestas de recursos limitados, generalmente en las denominadas zonas populares o barrios bajos, en los que prima la promiscuidad, falta de higiene e inseguridad, dándose el caso que familias numerosas ocupen una sola pieza en los llamados conventillos que existen todavía en Lima con tendencia a desaparecer.

En Arequipa existieron, entre otras, las casas de vecindad como la “Casa Rosada” al final de la calle Piérola, “La Cabezona” bajo el actual Puente Bolognesi y el “Tambo de los Cachitos” al final de la 6ta cuadra de la calle Jerusalén.

Según la historia de la vivienda en Europa y los Estados Unidos, después de la Primera Guerra Mundial en 1914, a partir de 1930 este tipo de vivienda masiva fue eliminada y sustituida por los grandes edificios compuestos de varios pisos que alquilaban o vendían a plazos, lo que ha cambiado el nivel de vida de las familias de clase media. En el Perú y Arequipa concretamente se está produciendo el mismo fenómeno que cambia la psicología de sus habitantes como lo veremos seguidamente.

Las condiciones materiales, económicas y sociales de los habitantes de casas de vecindad o conventillos provocan reacciones y conductas psicológicas de envidia, críticas negativas y enemistades entre vecinos y se mantienen vivas aunque se separen de vivienda, salvo excepciones de gente amorosa, generosa y tolerante; tales conductas conllevan adicionalmente el aparentar relaciones sociales falsas con personajes distinguidos del ambiente destacados en alguna actividad intelectual o empresarial o parentescos inexistentes. En otras ocasiones festivas como navidad, año nuevo, fiestas patrias u onomásticos se hace gala de la compra de comestibles, bebidas, artefactos, vestidos máxime en nuestra época con el manejo de tarjetas de crédito y el angustioso endeudamiento familiar.

Las apariencias son un fenómeno material generalizado no sólo en las clases humildes, sino también en la clase media baja, porque en la clase media alta ya no es apariencia sino realidad y en las clases altas y aristocráticas ya no es apariencia sino signos de riqueza y poder económico.

Cuando la gente procedente de casas de vecindad con servicios comunes se hace propietaria de un departamento independiente y servicios propios, cambia automáticamente su conducta y psicología, pues adquieren un carácter poco comunicativo con los vecinos de los otros departamentos y con mayor razón con vecinos de los diversos pisos de los edificios modernos; situación similar acontece cuando se hacen propietarios de casas independientes, salvo honrosas y dignas excepciones.

El desarrollo social de la familia, en todos los continentes, ha tenido y tiene similar evolución psicológica, pues el tipo y nivel de vivienda familiar determina los cambios en la conducta y mentalidad individual y familiar y lógicamente el nivel de vivienda depende del estado económico de una sociedad dividida en clases sociales, como es el sistema actual del mundo democrático abierto a la capacidad de trabajo, producción, empresa y rendimiento personal de hombres y mujeres.


Este es un problema de fondo de la sociedad del siglo XXI que exige una respuesta innovadora diferente a la de lucha de clases de los siglos pasados.

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