LA GOBERNABILIDAD Y LA PRIMERA DAMA
Por: Manuel Zevallos Vera
Una buena, eficiente y sensata
gobernabilidad, desde el punto de vista presidencial, requiere también la
presencia e inclusión de una inteligente, responsable y sagaz Primera Dama. Las
esposas de los mandatarios y presidentes de un país democrático siempre han
tenido, y en los tiempos actuales con mayor razón, una importante participación
en las decisiones presidenciales, como sucedió con Evita Perón en Argentina.
Es cierto que esta participación
no está institucionalizada y su compromiso para participar depende de la
voluntad y talento político para apoyar y coincidir con la línea de gobierno de
su esposo.
En el Perú la presencia de las
primeras damas ha tenido diferente suerte, estilos y comportamientos que
trataremos de recordar muy sumariamente en lo que corre del siglo XX hasta la
fecha:
- En el primer gobierno de Manuel
Prado la primera dama fue Doña Enriqueta Garland de quien se divorció por
nulidad del matrimonio; en su segundo gobierno la primera dama fue doña
Clorinda Málaga que tuvo cierta figuración de importancia.
- En el gobierno del General
Manuel Odria la primera dama fue doña María Delgado, mujer muy querida por el
pueblo, por los favores para la gente humilde, consecuente con sus orígenes
sociales.
- En el gobierno del Arquitecto
Fernando Belaúnde Terry, la primera efímera dama fue la señora Carola Aubri que
después de su divorcio fue sustituida por la señora Violeta Correa, una dama
noble, decente y leal esposa, eficiente secretaria privada del arquitecto,
militante accio-populista y colaboradora de su gobierno. Atendía en su despacho
de Palacio de Gobierno.
- En el gobierno del general Juan
Velasco Alvarado, la primera dama fue la señora Consuelo Gonzales Posada que,
aparte de su lealtad matrimonial, tuvo muy discreta participación en el
gobierno.
- En el gobierno de Alan García
Pérez, en sus dos períodos la primera dama fue la señora Pilar Nores, que
asumió por su voluntad la presidencia de la “Ciudad de los Niños” con logros
muy positivos de ayuda para los niños pobres.
- Se comportó como una esposa de
elevados sentimientos morales y con una gran dignidad de mujer madre.
- En parte del primer gobierno de
Alberto Fujimori Fujimori, la primera dama fue la señora Susana Igushi que, por
causas de intrigas políticas, fue expulsada de palacio de gobierno, más tarde
se divorciaron y fue sustituida por su hija Keiko Fujimori que lo acompañó en
sus dos períodos. Sin comentarios.
- En el gobierno de Alejandro
Toledo, la primera dama fue la señora Eliane Karp que por formación profesional
y su fuerte personalidad tuvo una participación activa durante el gobierno en
aspectos sociales y políticos.
En el actual gobierno de Ollanta
Humala, la primera dama señora Nadine Heredia hasta la fecha se muestra como
una inteligente, talentosa y preocupada mujer con la problemática del país y
como una de las fundadoras y dirigente del partido político nacionalista que
dirige su esposo, tiene una cuestionada participación en los actos de gobierno.
Estas diferencias, que son naturales por las diversas personalidades de las
esposas de los presidentes del Perú, se repiten en todas las épocas y tipos de
gobernabilidad en el mundo con los reyes, emperadores, dictadores y presidentes
y, por lo tanto, no nos debiera producir tanta inquietud, polémica cuestionando
la conducta personal de la primera dama señora Nadine, porque ella está
cumpliendo con su responsabilidad de esposa y su derecho constitucional de
opinar y comportarse como una mujer política. Para demostrar que en materia de
primera dama, en el Perú se han dado casos extraordinarios, transcribo a
continuación lo que Abraham Valdelomar dijo en un extenso artículo refiriéndose
a la esposa del Presidente Agustín Gamarra, doña Francisca Zubiaga apodada “La
Mariscala” y que en el primer párrafo dice:
“Esta mujer nacida para grandes
destinos, que en el ostracismo entregara su espíritu a Dios, es una de las más
complejas figuras en nuestra incipiente nacionalidad. Su vida fue corriente
tumultuosa de vibraciones sonoras, de inextinguibles energías. Gobernó a
hombres, condujo ejércitos, sembró odios, cautivó corazones, fue soldado audaz,
cristiana fervorosa, estoica en el dolor, generosa en el triunfo, temeraria en
la lucha, amó la gloria, consiguió el
poder, vivió en la holgura, veló en la tienda, brilló en el palacio y murió en
el destierro. Religiosa habría sido Santa Teresa; hombre pudo ser Bolívar.”
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