Por The Colca Specialist
Los novios adoptan un seudónimo para
casarse, aunque de igual forma deben ser acompañados por padrinos y testigos.
Bajo el cielo cubierto de nubes, una pareja
de aymaras unió sus vidas para siempre con una ceremonia sencilla, pero llena
de significado. La ceremonia se cumplió en el Warakho Apacheta Achachila, en el
camino a Oruro, ayer, durante el solsticio de verano.
UN
LAZO ETERNO. El matrimonio aymara trasciende la muerte
y no cree en el divorcio ni en la separación. Para ello, durante la ceremonia,
la pareja recibe las energías cósmicas del mundo andino a través de dos illas.
El rito tiene lugar frente a un altar,
donde los novios adoptan un pseudónimo. Los atuendos que visten son también
reflejo de su cultura milenaria.
El Consejo de Amautas Indígenas del
Tahuantinsuyo prepara una mesa dulce y otra de colores para invocar al sol, a
la luna, a las estrellas, al agua y al viento, pidiendo que la naturaleza dote
a los presentes de energía positiva en todas sus actividades.
PARA
UNA MEJOR SUERTE. Los futuros cónyuges adoptan un
pseudónimo según su fecha y lugar de nacimiento.
El amauta Víctor Machaca explica que para
esa ocasión, “el novio se llama Yawar y la novia Wara Wara; los padrinos son
Tunupa y Quimsa Wara Wara, esto se hace porque puede que antes la unión haya
recibido la bendición de la Iglesia Católica o de otra religión y no le ha ido
tan bien. Nosotros, con esta ceremonia vamos a hacer que les vaya mucho mejor”.
Entonces se invoca la energía del Wari
Willca y Maxi Willca y se piden deseos a los achachilas, porque la unión,
asegura el amauta, “va más allá de la muerte, donde no existe lo material”.
Terminada la ceremonia y recibidos los
deseos de bienestar, los padrinos y recién casados se unen en un solo abrazo
para luego ponerse en fila para acoger a los participantes.
2 bautizos también fueron celebrados
durante el solsticio de verano en la apacheta de El Alto.
Un registrador se encarga del documento.
Como si fuera un notario, una persona lleva el registro de lo que sucede con
Yawar y Wara Wara, para luego tramitar el certificado de matrimonio aymara para
la pareja en un registro civil. Según el amauta Víctor Machaca, estos
documentos tienen el mismo valor legal que los comunes, ya que estas ceremonias
están reconocidas por la Constitución Política del Estado.
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