Kim Jong Un
y la crisis de Corea del Norte
por The Colca Specialist
Un corpulento
joven de 28 o 29 años –su edad precisa se desconoce- ha heredado el liderazgo
supremo de Corea del Norte a raíz de la muerte de su padre el 17 de diciembre
de 2011, prolongado así la única dinastía comunista de la historia, que ya va
por su tercera generación. La enfermedad obligó a Kim Jong Il en 2008, 14 años
después de tomarle a su vez el testigo a su progenitor, el Gran Líder Kim Il
Sung, a acelerar un plan sucesorio que antes había tenido como candidatos a sus
dos hijos mayores, descartados por no dar la talla a sus ojos. Fue el arranque
del sorprendente encumbramiento del benjamín Kim Jong Un, quien, partiendo del
virtual anonimato, sin un currículum académico coherente y desprovisto de
méritos políticos o militares, adquirió el perfil de futuro dirigente de esta
dictadura totalitaria saturada de dogmatismo, violadora masiva de los Derechos
Humanos, replegada sobre sí misma, económicamente arruinada, obsesionada con
los tambores de guerra y, desde 2006, devenida potencia nuclear para consternación
del mundo.
El llamado
Querido Líder ungió a su vástago menor en 2009, pero la designación no se hizo
explícita hasta el otoño de 2010, cuando le nombró directamente general del
Ejército Popular y dispuso que la III Conferencia del Partido de los Trabajadores
de Corea (PTC) le diera la vicepresidencia de su Comisión Militar Central más
un asiento en su Comité Central. Sólo entonces se difundieron las primeras
imágenes oficiales del enigmático veinteañero, cuyo físico recordaba
poderosamente al de su abuelo, fundador de la República Popular Democrática de
Corea (RPDC) en 1948 y Presidente Eterno de la misma, cuyos principios
ideológicos son el Juche ("autoconfianza") y el Songun ("el
Ejército primero").
El tercer Kim
recibió los sobrenombres de Brillante Camarada y Joven General, como parte de
una campaña de culto a su personalidad que no hizo más que empezar.
Paralelamente, para apuntalar al delfín, el régimen realizó una peligrosa e
irracional exhibición de su capacidad militar (segunda detonación nuclear,
lanzamientos de misiles sobre el mar, agresiones navales y artilleras a Corea
del Sur) que, tras años de negociaciones de desarme y reconciliación baldías,
llevaron la tensión regional a su punto álgido.
La secuencia de
reconocimientos y nombramientos registró las promociones decisivas durante los
grandiosos funerales de Kim Jong Il y hasta el penúltimo día de diciembre. Así,
el Gran Sucesor fue aclamado como presidente en funciones de la Comisión
Militar Central, líder supremo de la RPDC y comandante supremo del Ejército
Popular. Ahora bien, los puestos cimeros de secretario general del PTC y
presidente de la Comisión de Defensa Nacional (CDN), que encarnan el poder
unipersonal absoluto, permanecieron vacantes por el momento. De hecho, Kim ni
siquiera fue hecho de entrada miembro del Politburó del Comité Central.
Aunque toda
especulación sobre el régimen político más impredecible del planeta es siempre
arriesgada, la extrema juventud de Kim y su condición de neófito podrían
demorar la asunción de esa doble titularidad. Los observadores coinciden en
describir el proceso abierto como una etapa de transición en la que Kim, hasta
que adquiera la suficiente experiencia para regir el país con el puño de hierro
de sus ascendientes, será tutelado por una camarilla de altos cargos civiles y
militares de confianza, a modo de jefatura colectiva; en la misma, destaca la
figura de un tío carnal, Jang Sung Taek, vicepresidente de la CDN y miembro del
Politburó, descrito a veces como un "regente" en la sombra. A diferencia
de su divinizado padre, que asumió el mando con 53 años y muy bregado en los
entresijos del Estado, el heredero, que podría tener rasgos impulsivos, sólo ha
tenido un adiestramiento acelerado y limitado.
Por el momento,
con un mes transcurrido, el cambio de guardia en Pyongyang no ha dado pie a un
alarde de fuerza armamentística encaminado a consolidar al nuevo líder supremo,
aunque tampoco hay indicios de que se vaya a modificar el status quo de alerta
máxima en la península coreana, de apuesta por la panoplia atómica y, por
tanto, de bloqueo de las conversaciones sexpartitas (ambas Coreas, Estados
Unidos, China, Rusia y Japón) sobre la seguridad nuclear, discontinuadas en
2007,
En estas
semanas, la RPDC ha lanzado amenazas muy virulentas al Gobierno de Seúl y ha
sido elocuente en que no habrá "ningún cambio" por su parte, aunque
seguramente seguirá intentando arrastrar a Estados Unidos a un diálogo
particular, pese a la negativa frontal de Washington, estrategia estéril que
marcó la tónica bajo la férula pendular de Kim Jong Il. Lo mismo cabe decir de
una apertura económica de estilo chino capaz de generar los recursos que
podrían alimentar a una población con un pie en la hambruna y reforzar las
posibilidades de supervivencia material de este régimen aislado y bajo
sanciones internacionales, pero que sus dirigentes esquivan por miedo
instintivo a todo lo que sea liberalizar.
Biografía
1. El
misterioso hijo menor de Kim Jong Il
De fuentes de
inteligencia y diplomáticas, antiguos compañeros de aula y algún asistente
personal desertado procede lo poco que se sabe sobre la personalidad y andanzas
del robusto veinteañero que en diciembre de 2011 sucedió a su difunto padre Kim
Jong Il en el liderazgo supremo de la República Popular Democrática de Corea.
La acusada juventud de Kim Jong Un, llamado anteriormente Kim Jong Woon por un
error en la transliteración del nombre en el alfabeto coreano, limita de manera
drástica, lógicamente, el currículum vital del tercer eslabón de la dinastía
comunista que rige Corea del Norte con puño de hierro, pero el hermetismo
obsesivo del régimen ha mantenido en la neblina incluso su año de nacimiento.
A falta todavía
de una biografía oficial, se cree que Kim vino al mundo en Pyongyang en 1983 o
1984, siendo el 8 de enero de 1984 la fecha más divulgada por la prensa
internacional al tener su origen en el espionaje surcoreano. Ahora bien, con
motivo de su presentación como heredero en 2010, los medios del régimen
facilitaron una fecha más temprana, 1982, año que para algunos expertos
responde al deseo de envejecer al tempranero Kim aunque sea levemente, y para
otros a una finalidad más pueril pero típica de un sistema político mitómano
hasta el absurdo y aficionado a la numerología: 1982, simplemente, casa mejor
con 1912, año de nacimiento de su abuelo Kim Il Sung, y 1942, año de nacimiento
de su padre Kim Jong Il (una efeméride probablemente falsa también, pues los
registros soviéticos, que documentan bien la estancia de Kim Il Sung en la URSS
en los años de la resistencia antijaponesa, hablan de 1941).
Kim Jong Un es
el segundo de los tres hijos tenidos por Kim Jong Il con la tercera de sus
esposas, Ko Young Hee, una bailarina nacida en Japón pero descendiente de
coreanos. Kim Jong Il debió conocerla por la época, a finales de los años
setenta, en que su padre Kim Il Sung, el fundador, presidente y dictador
absoluto de la RPDC, se disponía a designarle de manera oficial su heredero
para la sucesión al frente del Estado y del partido único, el de los
Trabajadores de Corea (PTC). Kim reclutó a la bailarina en su espectáculo
artístico de la capital y la convirtió en su consorte. Al parecer, Ko siempre
fue su favorita y despertó en él auténtico amor.
La pareja dio a
luz a su primer hijo, Kim Jong Chul, en 1981. Luego, en 1983 o 1984, vino Kim
Jong Un. Según algunas fuentes, a los hermanos se les sumó en 1987 una chica,
de nombre Kim Yo Jong. El niño Kim tenía dos hermanastros mayores: Kim Jong
Nam, tenido en 1971 por su padre con su primera cónyuge, la actriz, Song Hye
Rim, y Kim Sul Song, chica, fruto del matrimonio posterior con Kim Young Sook,
hija de un alto oficial del Ejército.
La prensa de
Suiza y agencias internacionales han informado que en la segunda mitad de la
década de los noventa el muchacho recibió la educación secundaria en el país
centroeuropeo de incógnito. Primero habría pasado por la International School
de Berna, centro privado que imparte sus clases exclusivamente en inglés y del
que ya había sido alumno su hermano mayor. Luego, en 1998, sin alejarse de la
capital helvética, se matriculó en la Escuela Liebefeld-Steinhölzli, sita en un
pueblo de las afueras de Berna, donde el idioma predominante era el alemán.
Dicho sea de paso, 1998 fue el año en que el padre, cerrando la vacancia
abierta por la muerte del abuelo en 1994, asumió oficialmente la jefatura del
Estado norcoreano en tanto que presidente de la Comisión de Defensa Nacional
(CDN); en realidad, Kim Jong Il ya venía ejerciendo el liderazgo supremo desde
el mismo deceso de su progenitor, y en 1997 había asumido de iure la Secretaría
General del PTC (Kim Jong Il no ostentaba el cargo de presidente de la República
porque el mismo había sido abolido; Kim Il Sung era con carácter póstumo el
"presidente eterno" de la RPDC)
En el colegio de
Liebefeld Kim fue presentado como Pak Un, el hijo de un diplomático adscrito a
la Embajada de Corea del Norte. Compañeros de clase que le reconocieron en las
primeras fotografías suyas difundidas por el régimen en 2010 y 2011 describen a
Kim como un joven afable y amistoso, amante del calzado juvenil de marca,
reservado con las chicas y "obsesionado" con el baloncesto, deporte
que practicaba a todas horas y donde revelaba un lado más
"competitivo" y "explosivo", propio del que "odiaba
perder".
Kim seguía con
pasión la actualidad de la NBA estadounidense, muy en particular las
trayectorias de los Chicago Bulls y Michael Jordan, y era un incondicional
también de los videojuegos y las películas de acción. Asimismo, no se privaba
de esquiar a sus anchas en el país alpino. Lo pudiente de sus recursos
materiales y su séquito de chóferes y sirvientes, que le atendían y vigilaban
con disimulo, despertaron entre profesores y alumnos las sospechas de que el
simpático Pak Un fuera el hijo de alguien más importante que un simple
funcionario consular. Se sabe que el embajador en Berna, Ri Chol, hacía las
funciones de tutor, para cerciorarse de que los gustos del joven por la cultura
occidental se limitaran a lo lúdico y no incluyeran las ideas liberales o
democráticas. Un ex estudiante portugués con el que se pasaba los ratos muertos
jugando al baloncesto ha asegurado que a él sí le reveló su verdadera
identidad.
Hacia 2000 Kim
abandonó abruptamente sus estudios en Liebefeld, dejando a sus amigos, que ya
no volvieron a verle, en la duda sobre qué había podido sucederle. Fuentes de
la prensa suiza han sugerido que en la marcha del adolescente, más pendiente
del baloncesto y la videoconsola que de los libros, tuvo que ver el mal
rendimiento escolar. Kim debió permanecer una temporada en Berna, alojado en un
amplio apartamento en un barrio residencial, antes de retornar a Corea del
Norte. Una vez en Pyongyang, en 2002, se incorporó al Colegio Nacional de
Guerra Kim Il Sung.
Kim Jong Il
deseaba que su hijo se familiarizara con el ambiente castrense, en un régimen
ferozmente totalitario cuya doctrina oficial ya no era el marxismo-leninismo de
sus orígenes sino una ideología dual de lo más sui géneris: por un lado, el
Juche, acuñado por Kim Il Sung, o teoría de la autosuficiencia nacional y el
"humanocentrismo", que daba el soporte político-filosófico a la RPDC
y podía considerarse una forma de comunismo bastante heterodoxa; por otro lado,
el Songun, o política del "Ejército primero", que respondía a las
necesidades de la seguridad, siempre apremiantes y caras a un país
permanentemente movilizado y en pie de guerra por voluntad de sus paranoicos
dirigentes.
2. Descarte
de los hermanos mayores, enfermedad del padre y preparación acelerada como
heredero secreto
Más aún, para
entonces, Kim Jong Il estaría sopesando la irrupción del menor y más inexperto
de sus retoños en los altos escalafones del liderazgo político de la RPDC. Los
planes sucesorios del dictador se habían visto desbaratados el año anterior, en
2001, al producirse el arresto en el aeropuerto de Tokyo, portando un pasaporte
falso, acompañado de su familia y sin escolta, del hermanastro mayor, Kim Jong
Nam, al que su padre venía preparado con esmero para convertirlo, opinaban
muchos observadores, en su heredero oficial. Tras explicar a la perpleja
Policía nipona que su única intención era visitar el parque de atracciones
Tokyo Disneyland, Kim Jong Nam fue deportado a China, donde halló acomodo sin
llegar a conocerse el verdadero motivo de su extraño viaje a Japón (se habló
insistentemente de un intento de deserción) junto con su esposa e hijo.
El caso fue que
sus posibilidades sucesorias se desvanecieron y, automáticamente, se abrieron
las de sus hermanastros menores, Kim Jong Chul y Kim Jong Un. De los hermanos
biparentales, al principio, Kim Jong Chul pareció estar mejor situado, aunque
sólo fuera por su condición de mayor. Significativamente, en febrero de 2003
los órganos de propaganda del Ejército lanzaron una campaña de ensalzamiento de
Ko Young Hee, a la que sin llamar por el nombre presentaron como la “Madre
Respetada que es la persona más fiel y leal al Querido Líder Camarada Comandante
Supremo”. A finales de agosto de 2004 los medios surcoreanos, citando fuentes
chinas, anunciaron la defunción de Ko el 13 de ese mes, a los 51 años de edad,
de un fallo cardíaco relacionado quizá con un cáncer terminal de mama. Fiel a
su inveterado secretismo, el régimen norcoreano no difundió la esquela de la
tercera esposa del líder supremo, aunque se celebró el preceptivo funeral.
La orfandad
materna alcanzó a los hermanos cuando su padre podría estar cuestionándose
seriamente el orden filial en la línea sucesoria, si es que no había decidido
ya alterarlo. Así, la posición de Kim Jong Chul se debilitó objetivamente a
raíz de la publicación en 2003 por un japonés que se hacía llamar Kenji
Fujimoto, cocinero personal de sushi de Kim Jong Il antes de fugarse en 2001,
de un libro en el que narraba sus experiencias en la corte norcoreana. En sus
páginas, ricas en descripciones de la vida lujosa, los caros caprichos
culinarios y las excentricidades del Querido Líder y su prole, Fujimoto tildaba
a Kim Jong Chul de "demasiado afeminado" ("es como una
muchachita", añadía), rasgo que le "incapacitaba para el
liderazgo". Kim Jong Un, en cambio, era "la viva imagen de su
padre", quien le dispensaba predilección. "Tiene soberbias aptitudes
físicas, es un gran bebedor y nunca admite la derrota", contaba Fujimoto
de Kim Jong Un.
En 2006, con 25
años, Kim Jong Chul pudo perder definitivamente el favor de su progenitor al
tener la ocurrencia de volar a Europa por su cuenta y con compañía femenina
para asistir a una gira de conciertos de Eric Clapton en Alemania. Más tarde,
se empeñó, sin éxito, en que la estrella del rock tocara en Pyongyang, según
revelan los cables diplomáticos filtrados a Internet por la organización
Wikileaks.
El futuro
personal de Kim Jong Un quedó sellado en 2008. Ese año, en agosto, tras
incumplir su promesa de desmantelar el programa nuclear con finalidad militar
–en 2006 Pyongyang había consternado a la comunidad internacional al detonar
bajo tierra una pequeña bomba de fisión, materializando así la advertencia
lanzada anteriormente- y reanudar las diatribas guerreras contra Corea del Sur,
Kim Jong Il sufrió un derrame cerebral que lo mantuvo fuera de foco durante dos
meses. A finales de noviembre, el dictador, de 67 años, se restableció lo suficiente
como para reanudar sus apariciones públicas, pero su salud quedó
irreparablemente tocada. En los meses siguientes, medios occidentales apuntaron
que el líder norcoreano padecía un cáncer de páncreas.
Consciente de su
grave enfermedad, Kim movió la palanca sucesoria que iba a convertir al más
joven de sus hijos en el continuador de la única dinastía comunista del mundo,
sobre el papel republicana aunque en la práctica más bien monárquica. Ya en los
últimos tiempos, Kim Jong Un estaría recibiendo formación ideológica y técnica
por preceptores áulicos que le habían instruido incluso en su etapa de
enrolamiento en la academia militar, la cual dejó en 2007 sin haber prestado un
verdadero servicio de armas. Ahora, aseguran fuentes periodísticas en retrospectiva,
ese adiestramiento en los rudimentos del Estado se aceleró, pero en el más
riguroso secreto.
El 15 de enero
de 2009 la Agencia de Noticias Surcoreana, Yonhap, dio cuenta de que una semana
antes Kim Jong Il había designado a Kim Jong Un como su sucesor y había hecho
circular la directiva en el Comité Central del PTC, el cual, según Yonhap,
conoció la voluntad del Querido Líder con auténtica sorpresa.
La noticia fue
considerada especulativa porque entró en contradicción con otras informaciones de
fuentes japonesas y chinas, en el sentido de que tomaba forma el escenario de
un liderazgo colectivo timoneado por Kim Jong Nam, inesperadamente exonerado
del ostracismo autoprovocado en 2001, y, supuestamente supeditado a él, un tío
carnal, Jang Sung Taek. Marido de la hermana menor de Kim Jong Il, Kim Kyong
Hui, Jang era un capitoste del Partido que en 2004 había sido purgado por su
cuñado a causa de alguna trifulca en la cúpula cuya naturaleza no trascendió.
Sin embargo, en 2006 Jang había sido rehabilitado como antesala, en 2007, de su
ascenso en el organigrama del PTC, donde asumió el nuevo Departamento de
Administración.
Muy pronto iba a
confirmarse que la entronización por etapas del sobrino pequeño iba en serio y
que la promoción del tío, perfilado como el coordinador del proceso abierto,
estaba íntimamente relacionada, perdiendo todo fundamento las elucubraciones
sobre un regreso triunfal de Kim Jong Nam, a estas alturas demasiado
identificado con el reformismo radical chino e incluso con el liberalismo a la
occidental.
El 8 de marzo de
2009, la no elección de Kim a un puesto en la XII Asamblea Popular Suprema, en
los comicios de lista única celebrados ritualmente dos veces cada década (la
legislatura era de cinco años, pero hacía tiempo que los mandatos variaban en
duración, además de que esta institución puramente instrumental sesionaba en
raras ocasiones ya) despistó a quienes aguardaban una señal inconfundible de
una unción inminente.
Esa señal
pareció producirse semanas después, en abril, cuando a Kim, reportaron a
finales de mes medios de comunicación surcoreanos y japoneses, le fue asignado
su primer puesto oficial, uno de bajo nivel, referido como
"instructor" o "inspector", en el seno de la CDN. Se
trataba de una instancia poderosa y la adscripción a la misma presagiaba nuevas
promociones. La Comisión supervisaba el Ejército Popular Coreano, descomunal
fuerza de un millón largo de soldados y ocho millones de reservistas, y desde
la reforma constitucional de 1998 fungía como el supremo órgano estatal. De
acuerdo con Yonhap, Kim fue nombrado para la CDN días antes de la reelección de
su padre, el 9 de abril, como presidente de la misma por la Asamblea Popular
Suprema. El tío Jang también se estrenó en la Comisión, como uno de sus 13
miembros, casi todos los cuales eran uniformados. El veinteañero obtuvo además
un cargo de relieve pero no especificado en la estructura del PTC.
A lo largo de
abril y mayo de 2009, Corea del Norte arropó el enaltecimiento político de la
familia Kim con una escalada de desmanes militares y diplomáticos: lanzó varios
misiles convencionales sobre el mar de Japón, realizó un segundo test nuclear,
anunció su retirada de las conversaciones sexpartitas de Beijing, comunicó la
reanudación de su programa atómico militar y se declaró desvinculada del
Armisticio de 1953. Por de pronto, lo que consiguió fue un endurecimiento de
las sanciones de la ONU. El 1 de junio la prensa surcoreana divulgó que los
servicios de inteligencia del país acababan de confirmar al Comité ad hoc de la
Asamblea Nacional el señalamiento de Kim Jong Un por su padre como el próximo
líder supremo del Norte. El heraldo de tan magna comunicación a las máximas
instancias del Estado había sido la prueba nuclear del 25 de mayo.
A sus 25 o 26
años, Kim Jong Un era un benjamín del que los norcoreanos no sabían nada;
incluso su mera existencia únicamente era conocida por unos pocos fuera de la
alta oficialidad civil y militar. En el extranjero sólo se disponía de una
imagen de él, una foto granulosa y en blanco y negro que mostraba a un
sonriente niño en torno a la decena de edad. Dicha foto, aseguraba el cocinero
japonés que empleaba el pseudónimo de Kenji Fujimoto, le había sido entregada
personalmente por el "príncipe" Kim Jong Un en marzo de 2001.
Para preparar su
próximo afloramiento a la luz pública y compartiendo protagonismo a la diestra
de su enfermo padre –en otras palabras, a los ojos de los ciudadanos-súbditos,
de la nada a la cima en un tiempo récord-, los órganos de propaganda del
régimen comenzaron a difundir poemas y canciones de loa, adjudicándole todo
tipo de virtudes y aptitudes, a quien estaba llamado a "seguir los
pasos" del Querido Líder, al igual que este había seguido los del Gran
Líder y Presidente Eterno. De manera discreta aún, Kim Jong Un empezó a ser
citado con los sobrenombres de "comandante" y "brillante
camarada", aquel cuyas extraordinarias cualidades, transmitidas por su
cuasi divino padre y su deificado abuelo, eran dignas de ser estudiadas por los
habituales talleres de aleccionamiento ideológico. Los burócratas del aparato
estatal, los cuadros del Partido y los embajadores en el extranjero, de puertas
para dentro, fueron instados a "prometer lealtad" al dirigente en
ciernes.
Mientras era
objeto de un incipiente culto a su personalidad, Kim Jong Un comenzó a
desempeñar sus primeras labores oficiales. El 10 de junio voló secretamente y
sin su padre a Beijing, donde fue recibido por el presidente chino, Hu Jintao,
y otros altos dignatarios del Partido Comunista. Se trataba de una visita de
presentación imprescindible, pues el país vecino era con diferencia el
principal socio comercial de Corea del Norte y su único valedor internacional.
La amistad protectora y paciente de China acababa de ser puesta a prueba por la
segunda prueba nuclear y las salvas de misiles sobre el mar de Japón. Además,
era sabido que a Beijing le habría encantado que la sucesión recayera en Kim
Jong Nam, partidario de implantar en casa el modelo de reformas capitalistas
del país que le acogía.
Según despachos
de prensa, el huésped solicitó a su anfitrión suministros energéticos y ayuda
alimentaria de emergencia para subvenir las crónicas penurias de la economía
norcoreana, mientras que el segundo le pidió al primero que su país renunciara
a un tercer test nuclear y a nuevos lanzamientos de misiles de largo alcance, a
fin de no tensar más la situación en la zona. De vuelta a Pyongyang, Kim fue
puesto al frente del Departamento de Seguridad del Estado, órgano encargado del
espionaje sistemático de virtualmente todo el mundo, ya fueran los gobiernos
extranjeros, la población, los miembros del Partido, los militares o las demás
agencias de control y seguridad de la RPDC.
Convertirse, de
golpe y porrazo, en el jefe de la vigilancia de este Estado de tintes
orwellianos ilustraba a las claras el próximo encumbramiento político de quien
sólo se encontraba en la mitad de su tercera década de vida. El plan de su
padre incluía proporcionarle un anillo de tutela y protección conformado por
tres personalidades con dilatada experiencia y familiares para el neófito: el
tío Jang Sung Taek, convertido en máximo responsable gubernamental en la sombra;
la tía Kim Kyong Hui, miembro del Comité Central del PTC, directora del
Departamento de Industria Ligera y retornada ahora al primer plano como
asistente personal de su hermano; y el general Ri Yong Ho, comandante de la
Defensa de la capital durante seis años y recientemente ascendido a jefe del
Estado Mayor del Ejército.
Ri representaba
a una hornada de altos mandos militares de la generación de Kim Jong Il y
supuestamente más racionales que los octogenarios generales fogueados a las
órdenes de Kim Il Sung. Estos últimos conformaban una vieja guardia de
mentalidad muy belicosa y, a priori, eran los que más pegas podían poner a la
entronización de un vástago visto como excesivamente joven. Aunque esto no se
iba saber hasta enero de 2012, cuando el régimen sacó a la luz unos videos
grabados estos meses y en los que podía vérsele moviéndose con soltura entre
los soldados y dirigiendo amenazas de guerra a Corea del Sur, a lo largo de
2009 Kim participó en varias maniobras militares y tuvo ocasión de habituarse a
las rampas de misiles, los carros de combate y los estados mayores en campaña.
3.
Designación expresa en 2010 y sucesión en el liderazgo supremo en 2011
A Kim Jong Un le
restaba ser presentado oficialmente a la nación como el futuro líder supremo, y
este evento estaba sujeto a la evolución, de ritmo incierto pero
inexorablemente a peor, de la misteriosa enfermedad que consumía a su padre. El
plan sucesorio quemó nuevas etapas en junio de 2010. El 7 de ese mes, la
Asamblea Popular Suprema, con Kim Jong Il presente en la sesión parlamentaria,
invistió a Jang Sung Taek vicepresidente de la CDN. Al mismo tiempo, la
Asamblea destituyó al primer ministro desde 2007, Kim Yong Il, blanco de la
recriminación general por la arriesgada decisión de revaluar drásticamente la
moneda nacional, el won (pensada para atajar la inflación y sacar a la luz las
fortunas privadas que estaba generando el mercado negro, la medida provocó
disturbios sociales, algo intolerable para el régimen). El nuevo primer
ministro fue Choe Yong Rim, un secretario del Partido bien relacionado con la
familia Kim.
Días después de
las votaciones asamblearias, el PTC convocó una Conferencia de delegados, la
primera desde 1966 y la tercera desde la fundación del Partido en 1945 (el
último Congreso, con el ordinal VI, se remontaba a 1980; fue el que oficializó
la condición de Kim Jong Il de heredero de su padre). La finalidad del inusual
cónclave iba a ser la elección del "órgano supremo de liderazgo". A
últimos de agosto, Kim Jong Il se hizo acompañar por su hijo en su segunda
salida a China este año. Tras este desplazamiento, la salud del dictador
experimentó una recaída y la Conferencia del Partido hubo de retrasarse unos
días.
Los
nombramientos decisivos se produjeron en el otoño de 2010. Primero, el 27 de
septiembre, en la víspera de la III Conferencia, Kim, que ni siquiera había
prestado el servicio militar obligatorio, fue hecho por decreto de su padre
Daejang, alto rango castrense equivalente a un generalato de cuatro estrellas.
Por vez primera, la agencia de noticias norcoreana, la KCNA, le mencionó por su
nombre. La tía Kim Kyong Hui obtuvo el galón de general también y el general Ri
Yong Ho el de vicemariscal (Chasu).
Al día
siguiente, los conferenciantes del PTC reeligieron a Kim Jong Il secretario
general del Partido y nombraron a Kim Jong Un vicepresidente de la Comisión
Militar Central, donde por tanto se colocó a las órdenes de su padre, así como
miembro del Comité Central. El acceso a estos órganos equivalió para Kim a una
proclamación implícita de su condición de heredero. Simultáneamente, Jang Sung
Taek se convirtió en miembro suplente del Politburó del Comité Central, su
esposa en miembro titular y el primer ministro Choe y el vicemariscal Ri en
miembros del restringidísimo Presidium del Politburó. Sólo otras tres personas
formaban parte de esta elitista instancia: el propio Kim Jong Il; Kim Yong Nam,
el presidente del Presidium de la Asamblea Popular Suprema desde 1998 y jefe
del Estado a título ceremonial; y el anciano vicemariscal Jo Myong Rok, de 82
años, quien sin embargo iba a fallecer de un infarto poco después, el 6 de
noviembre. Su colega de graduación, Ri Yong Ho, reforzó su posición en la
cúpula al recibir la otra vicepresidencia de la Comisión Militar Central, donde
por tanto tenía como igual a Kim Jong Un.
El 30 de
septiembre, una vez clausurada la III Conferencia, la televisión estatal mostró
a Kim asistiendo al pleno. Rodong Sinmun, el diario oficial del PTC, publicó
una fotografía del Brillante Camarada posando junto con los demás asistentes a
la Conferencia. Kim aparecía sentado en primera fila y en posición central,
alineado con los máximos dirigentes civiles y militares del régimen. Su padre
se situaba dos puestos a la izquierda y, en medio de los dos, se sentaba el
vicemariscal Ri. Los norcoreanos y el resto del mundo descubrieron entonces a
un robusto mozo de complexión más bien gruesa, buena talla, rostro carnoso y
negro cabello liso rapado en las sienes. Su estampa recordaba vivamente a la de
su abuelo Kim Il Sung en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo.
El 10 de octubre
padre e hijo, ensalzado ahora como el Joven General (nuevo sobrenombre para la
colección de fórmulas encomiastas), reaparecieron con motivo de la
conmemoración del sexagésimo quinto aniversario del PTC. Juntos presidieron en
Pyongyang una aparatosa parada militar, con miles de soldados desfilando en
compactas formaciones de precisión geométrica y atiborrada de consignas
guerreras.
La marcial
exhibición de fuerza, que fue emitida en directo por la televisión, vino
acompañada de hechos sumamente graves el 23 de noviembre, cuando el Ejército
Popular, en la probablemente la agresión más grave desde el armisticio de 1953
y a rebufo de unos ejercicios navales de su antagonista en la zona, lanzó un
bombardeo artillero contra la isla surcoreana de Daeyeonpyeong, matando a dos
militares y dos civiles. Corea del Norte ya había testado de manera clandestina
la capacidad de respuesta del Sur el pasado 26 de marzo, cuando uno de sus
submarinos torpedeó y hundió una corbeta de la Armada de Seúl (entonces,
Pyongyang negó airadamente tener nada que ver en este siniestro, que costó la
vida a 46 marineros).
Tras el
incidente bélico de Daeyeonpyeong, los dos gobiernos se cruzaron advertencias y
amenazas de represalias. Para los analistas de las intrigas norcoreanas, estas
provocaciones calculadas tenían una lectura básicamente interna, pues
perseguían legitimar el liderazgo emergente del Brillante Camarada. El 7 de
noviembre anterior, Kim Jong Un había sido reconocido de manera formal como el
número dos de la jerarquía al ocupar su nombre esta posición, detrás del de su
padre, en la lista de miembros del comité de Estado que organizó los funerales
del vicemariscal Jo Myong Rok. Ahora, algunos observadores creían que el ataque
artillero había sido ordenado precisamente por el Joven General Kim para hacer
méritos ante su padre y, sobre todo, ante la gerontocracia militar.
A lo largo de
2011, la figura de Kim Jong Un fue ganando prominencia mediática al acompañar a
su padre en varias giras internas de inspección y recibir honores protocolarios
de delegaciones y emisarios extranjeros. La población ya encontraba su rostro
con regularidad en la prensa y la televisión, mientras era instada a declamar
las composiciones patrióticas centradas en su persona. En mayo, el heredero
volvió a viajar, esta vez solo, a Beijing. Ahora bien, el momento del relevo
por imperativo biológico presentó trazas de demorarse, pues Kim Jong Il,
durante unos meses, pareció experimentar una recuperación de su enfermedad, a
tenor de sendos desplazamientos a China, en mayo, y Rusia, en agosto.
Los indicios de
un nuevo dinamismo vital en Kim Jong Il, con 70 años cumplidos, resultaron ser
un espejismo. El 19 de diciembre de 2011 los medios del régimen dieron la
noticia de su fallecimiento, producido dos días atrás y a bordo de un tren, a
causa de una "súbita dolencia" como resultado de una "prolongada
fatiga física y mental".
Había llegado la
hora de comprobar hasta qué punto Kim Jong Un estaba en condiciones de
sustituir a su padre, quien hasta el último momento había ejercido plenos
poderes, de manera férrea y absoluta. Los medios internacionales, junto con la
extensa necrológica del finado, publicaron semblantes de Kim que, a falta de
una biografía coherente, incidían en su lado más inquietante. Se insistió en
retratarlo como un joven inmaduro, caprichoso e irascible que incluso
disfrutaba maltratando a quienes le servían. También, recogieron otros rumores
sobre que padecía prematuros problemas de circulación y diabetes. Asimismo,
cabía suponer, se vería ahora el grado de autoridad de los tutores oficiosos,
si arroparían al novicio en las tareas de mandar todo el tiempo que exigiera la
etapa de transición, conformando una dirección colegiada, o si bien el tío Jang
descollaría desde el principio como un regente de hecho.
Por de pronto,
los órganos de difusión norcoreanos se inclinaron respetuosos ante el huérfano.
La KCNA lo llamó el "gran sucesor de la causa revolucionaria del Juche y
líder sobresaliente de nuestro Partido, el Ejército y el pueblo", bajo
cuya guía "el pueblo coreano está firmemente determinado a conseguir la
victoria final". La presentadora que dio la noticia por la televisión
comunicó con voz solemne y compungida: "Todos los miembros del Partido, el
personal del Ejército y el pueblo deben seguir fielmente el liderazgo del
camarada Kim Jong Un, y proteger y reforzar aún más el frente unificado del
Partido, el Ejército y el pueblo".
En los
siguientes días, el público internacional contempló perplejo las muestras de
dolor inconsolable de una población declarada huérfana del "padre de la
nación y estrella polar de la reunificación nacional". Las manifestaciones
de histeria colectiva, que suscitaban la duda de cuánto tenían de genuino
–mucho, probablemente- y cuánto de teatral pero forzado porque no mostrarse así
en público acarreaba un alto peligro de represalias, reprodujeron exactamente
la coreografía del desgarro emocional ya mostrada al mundo en 1994 cuando la
muerte de Kim Il Sung.
El 20 de
diciembre, el sucesor, erigido en presidente del Comité Nacional del Funeral
del desaparecido líder, encabezó a los mandamases que rindieron tributo a Kim
Jong Il en el Palacio Memorial de Kumsusan, sede del mausoleo donde descansa el
cuerpo momificado de su padre. Tras él estaban el presidente de la Asamblea Kim
Yong Nam (número dos en la lista de miembros del citado Comité), el primer
ministro Choe Yong Rim (número tres), el vicemariscal Ri Yong Ho (número
cuatro) y el también vicemariscal Kim Yong Chun, uno de los cuatro
vicepresidentes de la CDN y ministro de Defensa (el número cinco en la lista).
El difunto permaneció expuesto al duelo popular en un féretro descubierto pero
protegido por una urna de cristal, rodeado de toda la parafernalia fúnebre a la
usanza comunista, con profusión de flores, medallas y guardias armados. Kim no
pudo reprimir las lágrimas ante el cadáver de su padre, reacción que fue
captada por las cámaras.
Mientras se
desarrollaban las jornadas de luto nacional por Kim Jong Il (las elegías
divinizadoras llegaron al extremo de anunciarse, con toda seriedad, el registro
de fenómenos sobrenaturales en montes y lagos quejumbrosos por el óbito), el
régimen instó machaconamente a cerrar filas tras el nuevo líder, al que
manifiestos, alocuciones y pronunciamientos ciudadanos de viva voz prometían
seguir y servir hasta la muerte. La mitificación del veinteañero ya estaba en
marcha. El 24 de diciembre, Rodong Sinmun saludó a Kim como el "comandante
supremo" que iba a guiar a Corea del Norte hasta la "victoria
eterna". La KCNA empezó a llamarle el "líder supremo".
El 26 de
diciembre Kim recibió en Kumsusan el pésame de una delegación surcoreana
privada donde destacaba la viuda del ex presidente Kim Dae Jung, protagonista
en los primeros años del siglo de un histórico intento de reconciliación con el
Norte terminado luego en agua de borrajas. El gesto sirvió para mitigar los
ecos de la crispada reacción del Gobierno de Pyongyang a la negativa del de
Seúl a ofrecerle sus condolencias oficiales. Ese mismo día, Rodong Sinmun
anunció que Kim Jong Un era desde la muerte de su padre el presidente en
funciones de la Comisión Militar Central del PTC. El 28 de diciembre Kim
encabezó el multitudinario cortejo fúnebre que bajo una fina capa de nieve puso
el broche a las grandiosas exequias de Estado.
El 29 de
diciembre, concluidos los diez días de duelo nacional, Kim Jong Un fue aclamado
por los gerifaltes del régimen como el líder supremo en otro gigantesco acto de
tributo y adhesión en la plaza central de Pyongyang. Durante este
"servicio memorial", Kim Yong Nam fue el más elocuente: "De pie
al timón de la Revolución Coreana está Kim Jong Un, el sucesor de la causa
revolucionaria del Juche. El respetado camarada Kim Jong Un es el líder supremo
de nuestro partido, el Ejército y el pueblo, pues hereda la ideología, la
capacidad de mando, el carácter, las virtudes, la determinación y el valor de
Kim Jong Il. Convertiremos nuestro dolor en fuerza y valentía un millar de
veces, remontaremos las presentes dificultades y avanzaremos más resueltamente
por el camino del Songun indicado por Kim Jong Il bajo el liderazgo de Kim Jong
Un". A lo largo del vibrante acto, el flamante líder supremo, impasible,
no pronunció una sola palabra.
El penúltimo día
del año, el Politburó nombró formalmente a Kim comandante supremo del Ejército
Popular. Al mismo tiempo, la CDN, cuya presidencia permanecía por el momento
vacante (al igual que la Secretaría General del PTC), emitió un virulento
comunicado en el que advertía a los "fantoches de Corea del Sur y a otros
necios políticos del mundo" que no debían esperar "ningún
cambio" de política por su parte. "El mar de lágrimas derramado por
nuestros soldados y el pueblo de la RPDC se tornará en fuego retributivo que
quemará hasta el último de los traidores, y sus lamentos en un rugido de
venganza que destruirá la fortaleza de las fuerzas títeres", rezaba uno de
los párrafos más exaltados del comunicado, tras pasar revista a los últimos
gestos inamistosos de Seúl.