Tuesday, October 15, 2013

FORTALEZCAMOS EL ALMA NACIONAL

FORTALEZCAMOS EL ALMA NACIONAL

Manuel Zevallos Vera

Los partidos políticos y sus ideologías que ocupan un lugar en el ámbito integral de la peruanidad no sólo tienen obligaciones de educar a sus militantes en su doctrina y consignas, sino el deber cívico y ético de contribuir a la plasmación de una identidad nacional, de una conciencia nacional, que son sentimientos que trascienden a las filosofías e ideologías partidarias.

Este patriótico deber con mayor razón tienen que cumplirlo los educadores peruanos de todos los niveles para que se haga carne y sustancia en el espíritu y la mente de niños, jóvenes y adultos y en general de todo ciudadano peruano.

¿Qué significa tener alma y conciencia nacional?

Significa poseer un alto grado de responsabilidad ética, moral, humana como común denominador.
Tener alma nacional es mirar los problemas peruanos y sus soluciones no a través de los intereses partidarios, sino visualizando y sintiendo el interés nacional, para evitar que el barco se hunda con moros y cristianos, con capitalistas y proletarios, con comunistas y anticomunistas. Tener conciencia nacional es garantizar y estabilizar un proceso educativo que forme hombres optimistas y constructivos, generosos, trabajadores, productivos, respetuosos de los derechos humanos.

Tener conciencia nacional es defender a cabalidad la salud, el trabajo dignificador, el derecho general a perfeccionarse, respetando las opiniones e ideas ajenas y apoyarlas cuando son positivas.

El problema educativo es básico en la formación de una conciencia nacional y no se reduce sectariamente, como lo entienden los líderes de los clásicos partidos políticos, a informar a sus comunidades los postulados doctrinarios de su agrupación, de una religión o de una ideología, sino a que, manteniendo las diferencias, divergencias y discrepancias en el momento del debate de la problemática nacional, se concluya sopesando con frialdad y realismo las soluciones propuestas y se definan decisiones con pragmatismo a favor del interés general.

Es cierto que la realidad actual nos ofrece una situación muy compleja por enconos, diferencias de objetivos coyunturales, inercias que hacen difícil superar distanciamientos, juicios y prejuicios históricos; pero la labor y la tarea que corresponde a la inteligencia peruana de intelectuales, profesionales, maestros, sacerdotes, políticos, técnicos, trabajadores, hombres y mujeres es imprimir una conciencia social que priorice el bien común sobre el egoísmo individual; el bien nacional sobre el interés sectario de un partido; la moral y la ética sobre la corrupción y la falsedad.

Tener conciencia nacional no es pretender borrar de la escena nacional a todos los partidos políticos y doctrinas para que sólo quede uno que imprima su ideología, como lo pretenden los dictadores; tampoco lo es que cada ciudadano por fanatismo se oponga a buscar concordancias y acuerdos saludables para todos.
Tener conciencia nacional es ser auténtico y no falso ni egoísta; es ejercer una profesión, un trabajo, una actividad social con responsabilidad, con honradez.

Los narcotraficantes, los contrabandistas, los fanáticos, los violentistas, los terroristas, los mentirosos de profesión, los explotadores del hambre y la miseria y los insensibles a la pobreza material de los pueblos, carecen de conciencia nacional. Dejar obras inconclusas por negligencia, imprevisiones y malos hábitos; llegar tarde a nuestros compromisos; pedir aplazamiento en el cumplimiento de nuestras obligaciones por falta de esfuerzo responsable personal o grupal; dejar las cosas para mañana pudiendo y debiéndolas haber hecho hoy, son signos de nuestra falta de conciencia y personalidad, lo que nos retarda para definir nuestra identidad nacional, lo que aún se ahonda con la existencia de etnias degradadas y sometidas a formas existenciales que les son ajenas a su idiosincrasia y tradiciones que con mucho esfuerzo tratan de conservar, como ocurre con las comunidades nativas, quechuas, aimaras, selváticas y las importadas como la africana de cuyo complejo resultado sublimado está naciendo una peruanidad que tiene un poco o mucho de sus componentes nativos y foráneos, lo que da lugar a un mestizaje que se traduce en una unidad nacional integrada por todas sus partes con derechos propios y peculiares diferencias, tal como se comporta la naturaleza del paisaje peruano de costa, sierra y selva en el que conviven el maíz nativo con el trigo importado; el algarrobo con el olivo; la lechuga con la papa; la llama con el caballo; Wiracocha y Pachacamac con Cristo; católicos con mormones y evangélicos; el poncho con el abrigo.


No comments: